EPISTEMOLOGÍA COMPLEJA: LA DEMANDA DE UN NUEVO MODELO CIVILIZATORIO (POSTMODERNIDAD)

Se ha dicho tradicionalmente que es la racionalidad y no otra cosa lo que distingue al hombre de su más cercano antecesor en la escala evolutiva. Es decir, es porque se piensa que el ser humano es superior al resto de los homínidos (Ember, Ember y peregrine, 2008). Esa fastuosa capacidad de razonar ha permitido y propiciado una insaciable búsqueda del saber cada vez más sofisticada y floreciente. Esa forma elaborada y ordenada de busca del conocimiento es lo que hoy se conoce como Filosofía.
Como parte de esta disciplina se encuentra una rama cuyo objeto principal de estudio es el conocimiento científico, esto es, se ocupa de al menos cinco problemas, a saber: establecer la definición, la posibilidad, el origen, la esencia y la veracidad del conocimiento que genera la ciencia en manos de sus hacedores (la comunidad científica) (Rodríguez, entrevista personal, Enero 30, 2012).
Ahora bien, esa ocupación o tarea que ha caracterizado durante siglos la razón de ser de la epistemología se ha visto desafiada por los actuales problemas que plantea la ciencia, su método y sus alcances. Al parecer de Moreno (s/f), aspectos tales como los sociohistóricos y otros, han empujado el crecimiento del diámetro de aquellos temas sobre los cuales reflexionaba la epistemología. De lo afirmado por el autor citado, puede decirse entonces que aquellos cinco problemas mencionados en el párrafo anterior, que daban sostenimiento a la epistemología clásica, ya no son lo único de lo que ésta debe ocuparse. Dicho de otro modo, en los actuales momentos la epistemología es una gnoseología filosófica. Se amplía así el sentido de la gnoseología, ya que lo que hoy entendemos como tal supera la visión clásica de ella.
Es así pues que esta nueva perspectiva, los nuevos escenarios y desafíos de la epistemología han ampliado sus propios horizontes indagatorios. Como consecuencia de ello, la ciencia moderna ve fallar sus bases clásicas, generando en los científicos de mitad de siglo XX y lo que va del XXI, un replanteamiento de la función de la ciencia y, en consecuencia, de su epistemología. También, por su parte, los filósofos de este nuevo modelo civilizatorio conocido como posmodernidad, acometen con francos planteamiento para dejar claro que ya no es posible seguir pensando ni haciendo ciencia al estilo de la modernidad, cuyas bases descansan en los supuestos de la epistemología clásica.
Todos estos hechos resultan en lo que Moreno (ob.cit), denomina “lo epistemológico en lo complejo” y viceversa. No obstante, aclara el autor, que aunque epistemología y complejidad se relacionan muy estrechamente, hasta ahora la segunda no parece haber planteado una nueva forma de la segunda. En otras palabras, aunque la complejidad se acerca a la epistemología en algunos sentidos, la propia complejidad no ha formulado una nueva epistemología (esto en cuanto a que la complejidad en sus planteamientos sui generis no ha formulado aun una metodología).
Esta realidad en la que se afectan y nutren mutuamente la epistemología, la ciencia y la complejidad, ha incitado a los científicos a dar una mirada a aquélla considerada como el origen (la madre) de todas las ciencias: la filosofía. Según la opinión de quien suscribe, toda crisis disciplinaria, todo límite científico hace retornar a la savia que nutre todo el saber humano. Vale decir, modificando el viejo adagio, que “todos los caminos conducen a la filosofía” y, al mismo tiempo, la filosofía muestra e ilumina todos los caminos.
En esa vuelta a la filosofía, la epistemología parece estar dando signos de explorar no solo lo que en sus orígenes (la filosofía) puede serle útil para superar los retos actuales, sino que también encuentra otros campos en los que es posible hallar puntos referenciales. Estos campos, como la física y la biología (en sus auges y también en sus crisis), le proporcionan a la nueva epistemología insospechadas formas de redimensionarse, de reconceptualizarse y de reconstruirse.
Desde la perspectiva que orienta la reflexión de quien suscribe y en continuidad con lo dicho en líneas anteriores, las teorías complejas y la epistemología que las fundamenta constituyen, en cierto sentido, una crítica a la epistemología clásica. Según se puede apreciar, aunque no lo plantea como una crítica directa, los planteamientos de la epistemología compleja encienden luces de alerta que dan cuenta de un vacío existente en la epistemología clásica que no le permite dar cuenta de los fenómenos resultantes de la ciencia de estos días.
Resulta así también que, aunque en líneas anteriores se señaló la relación entre la epistemología y la complejidad, el quiebre de la ciencia moderna supone un desencuentro entre el discurso de la epistemología clásica y el discurso de la epistemología compleja. Ésta comporta problemas que no pueden ser abordados exitosa y ampliamente por la epistemología clásica. Sin embargo, según quien suscribe, esa discrepancia que resulta importante señalar, más allá de plantear un callejón sin salida, plantea el nacimiento dichoso de una nueva forma de entender y hacer la ciencia.
Así, la epistemología compleja (la nueva epistemología) no se circunscribe ya al estudio de los aspectos/problemas clásicos: la rigurosidad del método, la veracidad y por tanto universalidad de sus resultados, la legitimación de éstos por la comunidad científica, y otros similares. La epistemología compleja es pues una naciente epistemología que desde su origen tiene ya importantes retos por afrontar: no desconocer las trascendentales implicaciones que la epistemología tiene en labor de la ciencia; desentrañar lo que está más allá del método y del discurso de la epistemología en cuanto teoría del conocimiento; precisar, describir y explicar cómo es que (en adelante) se desarrollará esa epistemología, que aborde con acierto y amplitud a una ciencia que se desarrolla y va dirigida a un mundo cada vez más complejo, a un universo caótico, indeterminado, repleto de humanos sintientes, subjetivantes y en evolución indetenible.